Tres golazos en un derbi espeso

Curioso derbi, hora y media de juego espeso y cauteloso, resuelto con tres goles de maravilla y ganado por el equipo que sólo fue superior durante un tercio del partido. El Atlético encajó el golazo de Rodrygo casi de salida, pero no se afligió. Poco a poco fue madurando su juego frente a un Madrid que se hundía excesivamente, confiando en robar y lanzar salidas vertiginosas por Vinicius y Mbappé. Pero ni Tchouameni ni Camavinga estaban para robar (¿para qué están?) ni Vinicius y Mbappé tenían su día. El juego del Atlético terminó por ser un rondo gigante, premiado con un precioso gol de Julián Alvarez, La Araña.

La segunda mitad empezó igual hasta que en una subida aislada Brahim marcó en una maniobra genial, sentando a Giménez para cruzar casi sin ángulo. El Atlético acusó este golpe y terminó de dimitir cuando salió Modric por Camavinga y se hizo con los hilos del juego. Simeone entendió que mejor dejar las cosas como estaban, sacó un tercer central y se parapetó, confiando en que no pasara nada. Tuvo a su favor lo negados que estuvieron Vinicius y Mbappé, sobre todo este, pero aun así estuvo cerquísima el 3-1 en el último minuto, que se escapó por una mala entrega del francés al brasileño en la única jugada de peligro que hizo.

El hombre del partido fue Brahim, que explicó que es compatible perseguir como un tábano a los rivales y guardarse un remango para marcar un gol de extraordinaria clase. Con él estuvieron también a buena altura Valverde, Rodrygo y Modric. El Atlético funcionó bien como bloque, aunque con unas inseguridades en Barrios y cierta debilidad por el lado izquierdo. Perdió porque se repuso del gol de Rodrygo pero no del de Brahim, a partir del cual optó por el ‘Madrecita, que me quede como estoy’. Y también el Madrid, que no arriesgó nada en su fase de dominio por miedo a algún contraataque venenoso.

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