Todavía hay que contar con Stuani

El Espanyol se quedó cerca de meter al Girona en la pelea por la permanencia. No contaban los ‘pericos’ con el olfato de Christian Stuani. El delantero uruguayo, a sus 38 años, llegó a tiempo al partido para cambiarle la cara a los de Míchel y reescribir el guión del partido desde los once metros. La ley de los ex apareció en Barcelona para dejar las cosas como estaban.

El partido, eso sí, iba camino de invitar al Girona al drama de la lucha por la salvación. Un gol de Jofre y la falta de pegada de los de Míchel condenaban a estos a una derrota que evitó un delantero al que todavía se le caen los goles del bolsillo. Stuani agradeció el inocente penalti de Urko para anotar su quinto gol y convertirse en el máximo goleador del Girona esta temporada. Llamativo.

Lejos queda, desde luego, el fútbol vertiginoso de un equipo, el de Míchel, que maravilló la pasada campaña. Decidió el técnico madrileño, en esta ocasión, que su fútbol girase en torno a la figura de Arthur, garantía de posesión pero alejado del ritmo de competición. Y ese fue precisamente el fútbol que desplegó el equipo catalán, que sobó el balón en exceso y nunca encontró la profundidad adecuada que incomodase al Espanyol. Los de Manolo González, con las ideas muy claras, sabían que su partido pasaba por defender bien y ser precisos al contragolpe. Cumplieron ambas premisas y la recompensa fue inmejorable.

El Girona fue como Bryan Gil, que insinúa mucho pero, a la hora de la verdad, concreta poco. El extremo llevó el peso ofensivo en el inicio con sus habituales conducciones, balones al área y dudosa toma de decisiones en los metros finales. Vivió todo el primer tiempo el partido en campo de los ‘pericos’ pero la única ocasión realmente clara la puso el Espanyol en las botas de Puado.

Como casi siempre, el capitán fue una amenaza constante. Encontró un balón filtrado al área para fusilar al palo corto a un Gazzaniga que exhibió reflejos. El Girona dominaba, el Espanyol era el que generaba peligro. Fue un anticipo de lo que veríamos tras el paso por vestuarios.

A los cuatro minutos del segundo acto el Espanyol ya había lanzado un golpe letal a su rival. Jofre salió en una aventura en solitario con incierto desenlace. La permisividad del Girona, que reculó hasta la frontal sin poner a prueba al jugador ‘perico’, invitó a una finalización que Jofre resolvió con un disparo raso ajustado al fondo de la red.

El enésimo milagro de Joan García

El guión, desde entonces, se mantuvo sin grandes alteraciones hasta que a Míchel le dio por mover el banquillo. Joan García evitó con una mano milagrosa el gol de volea de Yangel pero el partido, desde la entrada de Stuani y Portu, ya era otro. Se sucedían los balones al área del Espanyol, que achicaba agua angustiado por el difícil final de partido. En una de esas aproximaciones, Tsygankov amagó y Urko cayó en la trampa.

Un penalti… ¿o dos?

Penalti y responsabilidad para el que más galones tenía sobre el césped. Stuani la puso suave, por el medio, y pidió perdón: al Espanyol por quitarle la victoria y al Girona por no tener diez años menos y poder sumar otra década haciendo historia. Todavía hay que contar con Stuani. Al menos hasta que él diga basta.

Y su aparición todavía pudo ser más decisiva de ver Cordero Vega, o considerarlo el VAR, una clara agresión de Calero sobre el propio Stuani dentro del área con el tiempo cumplido. Hubiera sido demasiado cruel para el Espanyol, incluso para Stuani, que solo pudo pedir perdón a la afición que tantas veces celebró sus goles.

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