El Atlético se pierde en Getafe en el periodo de entreguerras

Se llama interbellum al periodo de entreguerras, ese en el que el viejo continente vivió como si fuera su último día, consciente de que se encaminaban a un desastre mayor del que vivió en la Gran Guerra. Nadie sabe cómo será la batalla del Metropolitano del próximo miércoles, pero al Cholo no le importa. Partido a partido. Primero lo intentó con los titulares y luego con los suplentes, pero le salió mal. [Narración y estadísticas, 2-1]

El Atlético quiso exhibir su gran fondo de armario, pero tuvo una de cal y otra de arena. Si Sorloth fue la de cal transformando el polémico penalti, Correa fue la de arena. El argentino no sólo fue expulsado, sino que tras su roja empató el Getafe y se volcó sobre Oblak. Tanto que consiguió matar al dragón, a ese que les martirizaba desde hace 14 años. Arambarri fue el ejecutor. El uruguayo, con un doblete, se convirtió en el héroe azulón.

Y eso que los rojiblancos no querían sorpresas y salieron en Getafe con el once que los niños saben de carrerilla, con pequeñas variaciones, unas previstas y otras imprevistas, como las molestias del calentamiento que obligaron a Lenglet a sentarse por Giménez. Bordalás, en cambio, sentó a Mayoral, en su partido 100 con la azulona, en parte por físico en parte por táctica. Quería balas arriba el entrenador getafense.

El partido empezó lento, mucho, y no tanto por ese periodo de entreguerras que obliga a contemporizar al Atlético sino por el césped, alto hasta el límite. Dijo el Getafe que no pudo recortarlo de los 30 milímetros que lució. Encima, sin lluvia inicial, el balón no corrió, se arrastró. Solo lo aceleró un jugador, De Paul. El argentino practicó la omnipresencia, desde la sala de máquinas hasta la portería contraria.

El peligro del Getafe lo llevó Coba por la banda de Molina. El joven jugador azulón fue un tormento para el argentino. Se le fue casi cada vez que lo intentó y, si no fuera porque no terminó de afinar el último pase, sus regates se hubieran visto reflejados en el marcador. De hecho, fue el conjunto de Bordalás el que más merodeó la portería rival. Oblak tuvo que detener un peligroso disparo de Álvaro que no entró en la estadística porque el árbitro decretó fuera de juego, si hubiera entrado, quizás el VAR habría corregido a Cuadra Fernández.

El que sí entró, en la estadística no en la portería, fue el cabezazo franco de Uche tras un centro de Arambarri. El nigeriano lo hizo flojo y al centro con lo que el portero esloveno del Atlético no tuvo que esforzarse para detenerlo. Sería el césped, el duelo de Champions o la hora, pero la primera mitad hubo que masticarla, como un bocadillo.

Salieron Correa por Lino y Barrios por De Paul, el primer síntoma de que partido a partido, sí, pero el Madrid visita el miércoles el Metropolitano. Necesita el Cholo a todos a tope y ya han quedado en el retrovisor los errores por exceso de fogosidad del canterano. Además, con el argentino, es de los que mejor distribuye el juego rojiblanco. Y será por la cholina en el descanso será porque había que aprovechar el aplazamiento del duelo del líder, la segunda mitad comenzó con más ritmo del conjunto que vestía de celeste.

Querían seguir cumpliendo con la historia, la del dragón que atemoriza la población del sur de Madrid. Llevaba el Atlético 14 años sin perder con el equipo de Bordalás, desde la llegada de Simeone al banquillo. Y quizás esa confianza en la historia y en las estadísticas provocó que el técnico sacara a Lemar por Molina, un jugador que llevaba seis minutos en liga.

VAR y locura

El experimento pareció salir en primera instancia. El francés colgó un balón que provocó un choque entre Soria y Alderete con este último tocando el balón con la mano. Esas manos que hoy en día pitan siempre como penalti y claro, el VAR llamó a Cuadra Fernández y este no tuvo otro remedio. Sorloth lo transformó entre grandes protestas del banquillo azulón que vio una roja. Este fútbol de hoy en día es muy extraño.

Pero Correa se olvidó que su equipo ganaba y cometió una imprudencia en la que también intervino el VAR. Roja, a la calle y locura. Arambarri, el pichichi del Getafe, se erigió en el héroe que mató al dragón. Lo hizo con un doblete postrero y dejó a los rojiblancos sin liderato. Un rechace y un rebote, puro Getafe. 14 años sin ganar al Atlético terminaron el domingo.

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