El Atlético se agarra a Julián Álvarez y a los postes para derrotar al Athletic (1-0)

Tuvo que esperar el Atlético a que entrara Julián Álvarez para hacer suyo un partido que no era de nadie. Había reservado Simeone a su goleador de salida. Necesita descanso en este tiovivo de partidos sin respiro y Sorloth merecía una oportunidad. El noruego no encontró, jugando desde el comienzo, el gol que tan fácil parece llegarle cuando entra desde el banquillo, y Simeone buscó el recurso seguro, mandar a Julián al campo. Siete minutos tardó el argentino en marcar el gol que definía el partido. Entró al campo en el 59 y en el 66 ya había conseguido el 1-0. Llorente advirtió su carrera y le puso el balón para que se lo acomodara en el área antes de superar a Unai Simón.

Le costó al Atlético llegar hasta ahí. No había conseguido hacerse dueño del partido y durante muchos minutos, especialmente en la primera mitad, la iniciativa era del Athletic. La presión del equipo de Valverde hacía que al Atlético le costara jugar. Aunque en realidad les sucedía lo mismo a los dos equipos. Oblak y Unai Simón miraban el juego desde la lejanía, aunque el Athletic recuperaba la pelota más cerca del área rival y la sensación de peligro era mayor.

Al Atlético no le había funcionado la idea de atacar por la izquierda, donde se juntaban Javi Galán y Samu Lino, demasiado impreciso. Fue Giuliano el que tiró del equipo cuando parecía más exigido. Con su presión, su velocidad y sus ganas, llevó al equipo hacia delante. Y también ejercía de animador social, como suele hacer su padre, reclamando el apoyo de la grada.

Ya había salido Giuliano del campo cuando marcó el Atlético. Había sido uno de los primeros sustituidos. Pero no estaba todo hecho para el Atlético, que recurrió a la precaución habitual al sustituir a Pablo Barrios por Giménez. Un defensa más no garantiza una portería más segura, como ha aprendido el Cholo en su carrera.

Estaba ya en el campo el uruguayo cuando el Athletic golpeó dos veces los palos de Oblaken la misma jugada. Primero Vivian remató un córner al poste y después Iñaki Williams, que había recogido el rechace, remató a la parte de abajo del larguero. Se había echado arriba el Athletic buscando el gol con más intención que antes, pero con el mismo acierto.

Iñaki Williams repitió remate al larguero en otra jugada posterior. El Atlético sentía la amenaza del Athletic y del mayor de los Williams. El pequeño, Nico, no había conseguido desequilibrar por su banda a Molina. En algunos momentos del partido se cambiaron las posiciones, pero el gol siguió sin llegar.

El Atlético, con el rival volcado y la velocidad y las piernas frescas de Julián y de Correa, buscó el segundo que decidiera el partido. Estuvo cerca Álvarez en un tiro libre al borde del área, pero Unai Simón, preparado para responder cuando había que hacerlo, despejó a córner.

El estadio estaba encendido, a pesar de la lluvia y el frío, por la derrota del Real Madrid y por la cercanía de la victoria de su equipo. Cuando el árbitro pitó el final, no sólo el público, también los jugadores sobre el césped, lo celebraron como una victoria grande. Lo es. Grande, además de sufrida, porque consigue superar al Real Madrid y aleja al Athletic, el rival que venía por detrás.

Pero todo eso, sin Julián Álvarez, sería más complicado.

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