La primera visita del Athletic al Olímpico de Roma, hace menos de seis meses, a finales de septiembre, coincidiendo con la primera jornada de la fase de liga de la Europa League, quedó marcada por algunos incidentes que emborronaron el reestreno europeo de los leones. En la noche previa hubo que lamentar el robo de algunas camisetas por ultras romanos a aficionados del Athletic, a quienes también intimidaron, y ya en el interior del estadio el día del partido radicales del conjunto rojiblanco empañaron la fiesta lanzando un par de bengalas a uno de los graderíos donde se ubicaban aficionados locales. Con esos antecedentes, la segunda visita a la capital italiana pareció dejar el fútbol en un segundo plano.
La inmensa mayoría de seguidores rojiblancos desplazados hasta el Olímpico abandonaron entonces el campo con una enorme sensación de enfado; ayer lo hicieron con cara de tontos ante la inocencia de su equipo, que acabó con diez por una más que evitable expulsión de Yeray Álvarez en la recta final del encuentro y un postrero tanto de la Roma, que anotó el gol de la victoria en el último suspiro, a pocos segundos para el final de un partido que estaba destinado a acabar en empate, pero que cayó del lado local.
El Athletic pecó de inocente. No solo en la figura de Yeray, que tampoco midió pensando en la vuelta, una cita en la que salvo milagro no estará Dani Vivian, en su caso por una inoportuna lesión. Resulta difícil de explicar que tras una primera mitad muy competida, de esas que no hacen afición por la falta de fútbol, el conjunto rojiblanco fuera capaz de ofrecer una imagen mucho mejor a la vuelta de vestuarios, hasta el punto de que logró adelantarse en el marcador gracias al oportunismo del de casi siempre, un Iñaki Williams que alcanzó en el segundo palo un balón prolongado por Aitor Paredes a la salida de un córner. Los leones hicieron lo más complicado, abrir la lata; después llegaron un puñado de malas decisiones que dieron forma a la segunda derrota continental del curso, sin duda la más dolorosa de todas.
Ya avisó Ernesto Valverde en la previa del choque que una de las cuestiones que más le preocupaban de la Roma era su mayor experiencia en partidos europeos y pareció que el técnico no hubiera avisado de ello en el vestuario. Porque nada más marcar el Athletic guardó las garras, pareció pesarle la presión de un Olímpico que tampoco apretó como sí lo hicieron los aficionados del Besiktas. El león se convirtió en un manso gatito, los locales comenzaron a merodear el área de Julen Agirrezabala y solo cinco minutos después del tanto de Iñaki, pusieron la igualada en el marcador.
Entonces comenzó otro partido. Esta vez con el colegiado más comedido, porque en la primera mitad fue excesivamente casero, perdonando hasta un par de cartulinas amarillas a los futbolistas de la Roma mientras castigaba sin remordimientos a los rojiblancos. Yeray, Mikel Jauregizar y Maroan Sannadi sufrieron el extraño criterio arbitral, más ecuánime a la vuelta de vestuarios. A pesar de sus ganas por hacerse notar, no hubo nada que reprocharle en la acción en la que el central de Barakaldo vio la segunda amarilla y, con ello, la roja. Se equivocó al agarrar al rival cuando parecía claro que Aitor Paredes llegaba a disputar el balón.
❤️ Caemos y nos levantamos, pero siempre unidos.Gracias por estar siempre ahí.
🙌 Eskerrik asko, athleticzaleak!#RomaAthletic #UniqueInTheWorld 🦁 pic.twitter.com/WJZuQQyxC6
— Athletic Club (@AthleticClub) 6 de marzo de 2025
Ya con diez se trató de sobrevivir a la intensidad de la Roma, que olió sangre y fue con el colmillo afilado en busca del segundo gol, el de la victoria, que llegó en el último suspiro para dejar a un Athletic muy inocente con cara de tonto. Al menos queda la vuelta y San Mamés como escenario de un gran partido. Toca remontar para seguir con el sueño europeo.